V e l e t a

Federico García Lorca, Julio de 1920

 

   Viento del Sur.

Moreno, ardiente,

llegas sobre mi carne,

trayéndome semilla

de brillantes miradas, empapado de azahares.

 

   Pones roja la luna

y sollozantes

los álamos cautivos, pero vienes

¡demasiado tarde!

¡Ya he enrollado la noche de mi cuento

en el estante!

 

   Sin ningún viento,

¡hazme caso!

Gira, corazón;

gira, corazón.

 

   Aire del Norte,

¡oso blanco del viento!,

llegas sobre mi carne

tembloroso de auroras boreales,

con tu capa de espectros capitanes,

y riyéndote a gritos del Dante.

1Oh pulidor de estrellas!

Pero vienes demasiado tarde.

Mi almario está musgoso

y he perdido la llave.

 

   Sin ningún viento,

¡hazme caso!

Gira, corazón;

gira, corazón.

 

   Brisas, gnomos y vientos

de ninguna parte,

Mosquitos de la rosa

de pétalos pirámides,

alisios destetados

entre los rudos árboles,

flautas en la tormenta,

¡dejadme!

Tiene recias cadenas

mi recuerdo,

y está cautiva el ave

que dibuja con trinos

la tarde.

 

   Las cosas que se van no vuelven nunca,

todo el mundo lo sabe,

y entre el claro gentío de los vientos

es inútil quejarse.

¿Verdad, chopo, maestro de la brisa?

¡Es inútil quejarse!

 

   Sin ningún viento,

¡hazme caso!

Gira, corazón;

gira corazón.