SERIE DE LA APOTEOSIS DE LA EUCARISTIA


La serie consta de seis tapices que fueron encargados por el cardenal arzobispo de Toledo Luis Manuel Fernández Portocarrero (1635-1709), además se puede complementar por otros seis, encargados posteriormente, que relatan episodios de la vida de los obispos toledanos que alcanzaron la santidad. Los tapices están realizados según los cartones pintados por Rubens para la serie de la “Apoteosis de la Eucaristía” de las Descalzas Reales de Madrid, de la que se realizan diversas versiones. La primera edición de la misma fue encargo de la infanta Isabel Clara Eugenia, gobernadora de los Países Bajos, para el convento de clarisas de las Descalzas Reales de Madrid, fundado por la infanta Doña Juana hija de Carlos V, por el que sentía especial predilección.


Los cartones de estos seis tapices de la catedral toledana, se tejieron siguiendo los elaborados por Rubens para la serie encargada por la infanta Isabel Clara Eugenia.

Los tapices de la Catedral de Toledo, al igual que la serie de “Los obispos toledanos”, se realizó en los talleres de Jean François van den Hecke, perteneciente a una importante familia de liceros, que hacia 1676 poseía el taller más importante de Bruselas con 21 telares. La novedad que ofrecen las cenefas de esta serie consiste en que ya no constituyen un mero encuadre del tapiz, sino que Rubens las integra en la misma escena que se desarrolla en el campo del paño como si se tratara de un conjunto arquitectónico o de un escenario. En las cenefas laterales se alternan dos tipos de fustes en los distintos tapices, bien son columnas jónicas de tipo toscano fajeadas y estriadas en su tercio inferior o bien columnas entorchadas, ya empleadas en cartones de tapices de Rafael en la serie de los “Hechos de los Apóstoles”, en que los fustes se adornan con relieves con viñas y angelotes que cogen los racimos, tal vez alusivos a la Eucaristía.

 

En los tapices que llevan en las cenefas laterales columnas toscanas, la cenefa superior consiste en un arquitrabe con triglifos y metopas decoradas éstas alternativamente con rosetas contenidas en círculos, jarrones y arras. Sobre él se superponen los cortinajes, guirnaldas y en algunos cartelas.

 

En los paños de “El Triunfo de la Iglesia” y “La Eucaristía vence los sacrificios paganos”, la cenefa superior es un arquitrabe decorado en su zona inferior con casetones que contienen círculos parcialmente cubierto por cortinaje y guirnalda. La cenefa inferior es distinta en cada tapiz. En algunos casos queda oculta por el cortinaje y es la misma que en los paños de las Descalzas Reales, excepto en el motivo central sustituido aquí por el escudo del cardenal Portocarrero.

 

El ciclo está concebido como una Apoteosis o Triunfo, que es un recuerdo de los triunfos de los generales romanos, que tienen amplio eco en la tapicería medieval y renacentista. Tres de los tapices se escenifican como carros triunfales. 

 

ABRAHAM Y MELQUISEDEC

En este tapiz se escenifica una de las prefiguraciones de la Eucaristía o la cena eucarística en el Antiguo Testamento: el encuentro de Abraham y Melquisedec, referido en el Génesis, capítulo 14, vers. 18 a 24. Abraham, después de la expedición contra los reyes que habían capturado a Lot, se encuentra con Melquisedec, rey y sumo sacerdote de Salem y le ofrece del diezmo de su botín, mientras que éste le presenta el pan y el vino. El momento en que se realiza esta ofrenda se refleja en éste paño.

 

La escena se desarrolla ante la entrada de un edificio, al que se accede por una escalinata por la que asciende Abraham ataviado como un guerrero, y situado en la zona derecha del tapiz. En sus brazos descubiertos sostiene dos panes redondos que ofrece a Melquisedec. El sacerdote, a la izquierda de la composición, de perfil, se inclina hacia Abraham. Ambos personajes están acompañados por sus séquitos respectivos. Toda la escena se desarrolla sobre un cortinaje, que pende de la cenefa superior y se despliega todo a lo ancho del tapiz, recogido en la parte superior por tres angelillos.

 

LA EUCARISTIA VENCE LOS SACRIFICIOS PAGANOS 

La escena transcurre en el interior de un templo y se desarrolla en dos registros, el superior en menor escala y en el ángulo superior derecho. En un recinto del templo se alza el altar dedicado al dios Júpiter, a la derecha de la estancia ante un nicho, al fondo se sitúa otra hornacina. El dios, coronado de laurel, aparece sentado con un libro sobre sus rodillas y un bastón en la mano. Le acompaña el águila. Ante él sobre un ara arde una llama y dos sacerdotes revestidos con túnicas crema presentan sus ofrendas. Por una puerta, a la izquierda del recinto, penetran tres hombres que llevan antorchas encendidas en sus manos. Una mujer asciende por las gradas y alza los brazos en actitud suplicante, acompañada por un niño. En primer plano, a la izquierda, un hombre avanza portando una antorcha encendida. A sus pies, caído en el suelo, un hombre que eleva uno de sus brazos para proteger sus ojos. A su lado un niño se agarra en un ara de la que han caído un cofre, un cuenco gallonado y un jarro metálico. Detrás de él, de izquierda a derecha, se sitúa un grupo de personajes. Uno, con el rostro desnudo y túnica rojiza enrollada a su cintura. Con un hacha en la mano cae sobre un buey, presto para el sacrificio. Le sostiene por los cuernos un hombre situado a la derecha. En el ángulo superior derecho, entre nubes, aparece un ángel, en una de sus manos portando un cáliz con una hostia radiante. Por medio de la luz que irradia de él, impide el sacrificio que iban a celebrar los personajes situados en primer plano. Estos tienen el rostro vuelto hacia el ángel. Así, la Eucaristía es vencedora de los sacrificios paganos.

 

LOS DEFENSORES DE LA EUCARISTIA

Los personajes que aparecen en este tapiz son los defensores de la Eucaristía.

 

De izquierda a derecha figura, de perfil, junto a la columna, San Jerónimo con atavío de cardenal.. Lleva un libro abierto en sus manos, tal vez figurando su labor como traductor de la Biblia del hebreo y el griego al latín o Vulgata. A su lado, también de perfil, figura San Norberto, con hábito de su orden, de color crema y tocado con bonete (aunque podría ser también San Buenaventura, que redactó el oficio del Corpus). Casi en el centro del tapiz, Santo Tomás de Aquino, vestido con el hábito de su orden: túnica blanca y manto negro, una estrella colgando en su pecho; lleva bajo el brazo un libro cerrado y levanta el otro señalando el cielo. Detrás de él aparece Santa Clara, con en hábito franciscano ceñido con el cordón; lleva en sus manos su atributo, la custodia. A la derecha del tapiz se disponen los otros tres santos defensores. Junto a Santa Clara, de frente, San Gregorio el Grande ataviado con alba blanca y capa, sobre su cabeza la tiara papal y la cruz pontifical de tres brazos. A su lado de espaldas, le contempla San Ambrosio de Milán, obispo con mitra. De frente está San Agustín, revestido con capa pluvial, mitra y el báculo en sus manos. De la zona superior central desciende la paloma del Espíritu Santo.

 

TRIUNFO DE LA IGLESIA

De la izquierda de la composición parte un lujoso carro en forma de concha, tirado por cuatro hermosos caballos blancos. La Iglesia, figurada como una hermosa joven, cubierta por rico manto blanco se sienta en el carro. En sus manos, sujeto con un pañuelo, porta un ostensorio. Un ángel niño recoge el vuelo de su manto, mientras que en el ángulo superior izquierdo otro ángel eleva sobre su cabeza una tiara.


En el centro de la composición vuelan tres angelotes que contemplan sonrientes a la Iglesia. Otro sentado en el carro, sostiene las riendas y eleva en sus manos una corta fusta junto al carruaje, y ocultos en parte por éste, caminan dos ángeles mancebos, uno de ellos eleva una rama de olivo sobre la que se va a posar una paloma.

Sobre los caballos cabalgan dos ángeles, uno de ellos, con una mano sujeta las riendas y con la otra lleva el signo honorífico de la Iglesia: un pequeño baldaquino rojo con las llaves pontificales, otro porta una palma y una corona de laurel. Junto a él vuelan dos más que tocan las trompetas de la fama.

 

A la derecha del tapiz, tres jóvenes sujetan las riendas de los caballos, una lleva sobre su cabeza una piel de león y en su mano un corto bastón, es la Constancia. A su paso, el carro atropella con sus ruedas a tres personajes: de derecha a izquierda aparecen la cabeza de un personaje que simboliza la Cólera, junto a una antorcha ardiente, a continuación se ve a la Discordia, con serpientes enroscadas en sus cabellos, el torso desnudo y envuelta en manto azul. El Odio, figurado como un hombre barbado y cabello castaño, intenta levantar las ruedas. En la zona izquierda del tapiz en primer plano, camina un hombre con orejas de burro como personificación de la Ignorancia. A su lado, otro sujeto con unas cuerdas y con los ojos vendados, representa la Ceguera. Una joven casi oculta tras la cenefa, con sarta de perlas en los cabellos, apoya una de sus manos en el hombro del anterior y con la otra levantada sostiene una lamparilla.

 

TRIUNFO DE LA CARIDAD

El Carro Triunfal de la Caridad, de forma similar al carro de la Fe, ocupa todo el campo del tapiz. Sobre él, en pie y de perfil, se yergue la Caridad, figurada como una matrona que viste túnica amarilla y manto azul. Sostiene en uno de sus brazos un niño pequeño, del otro se asen dos niños. Sobre el carro va también un pelícano que clava el pico en su pecho.


Tiran del carro dos leones, sobre uno de ellos cabalga un amorcillo con manto azul sobre su hombro que clava una flecha sobre el lomo del animal y vuelve su rostro para contemplar la escena. En este caso, la comitiva triunfal se reduce a dos angelotes, uno de ellos lleva en una mano un arco y en la otra levanta un corazón ardiente, el otro se apoya en el carro y con una antorcha intenta quemar una serpiente que se enrolla a sus pies. En el cielo forman corro a modo de corona en torno a la Caridad un nutrido grupo de angelotes, en distintas posiciones, que enlazan sus brazos como bailando una danza. Uno de ellos porta una antorcha.

 

La Caridad, según la iconología de Cesare Ripa, se representa como una joven que sostiene un niño con su mano izquierda, mientras otros dos chiquillos aparecen a sus pies. Uno de ellos ha de estar sujetando su mano derecha como aparece en este tapiz. Uno de los ángeles porta un ardiente corazón en la mano porque es afecto puro y ardiente del ánimo, pues se dice de un corazón que arde cuando ama. El pelícano también es atributo de la Caridad.

 

TRIUNFO DE LA FE

La escena se desarrolla de izquierda a derecha. El carro triunfal de la Fe Eucarística ocupa el centro de la composición. Dos ángeles mancebos le conducen por medio de una especie de timón, otros dos como niños desnudos empujan el carro en la parte posterior. Sobre él, en pie, la Fe simbolizada como una joven vestida de blanco, apoya una de sus manos en su cintura y con la otra extendida muestra un cáliz. A sus pies una gran esfera terrestre. La acompaña un ángel que porta una cruz de troncos leñosos. Ante él, en el cielo, vuelan dos angelitos mostrando los símbolos de la Pasión, uno la corona de espinas y el otro los clavos.

 

En el ángulo superior izquierdo, entre nubes, un ángel señala la escena con una de sus manos, mientras que con la otra eleva una antorcha encendida.

A la izquierda de la composición, formando el cortejo, caminan un grupo de personajes hacia los que vuelve su rostro la Fe; un hombre con melena y barba oscuras, lleva en sus manos una esfera armilar, es la Astronomía. Más retrasado avanza otro con manto rojo, coronado de laurel, que lleva un libro en sus manos, sería la Filosofía. Ante ellos, casi ocultándoles, un anciano con bastón. Junto a él una joven de larga melena, parece llevar las manos atadas por un lienzo o cuerda. Finalmente junto a la cenefa un hombre vestido de rojo que eleva una de sus manos.

 

La Fe figura con sus atributos característicos, el cáliz, que en esta serie también simbolizaría la Eucaristía, y la cruz llevada por un ángel. Según la iconología de Cesare Ripa, viste de blanco porque este color muestra semejanza con la luz, y sostiene el cáliz en el que se fundan las esperanzas y la verdadera finalidad de los deseos. Además señala que, como dice San Pablo, los dos principales extremos de nuestra Fe son el creer en Cristo crucificado y el creer además en el sacramento del altar. La antorcha que porta el ángel podría simbolizar la iluminación de la mente que nace de la Fe disipando las tinieblas de la infidelidad y la ignorancia.

La Astronomía lleva su atributo característico, la esfera armilar, así como la Filosofía el libro, que según Ripa nos muestra al estar cerrado los más profundos secretos de la naturaleza que difícilmente se dejan conocer.

 

Los otros personajes que caminan tras el carro se identifican como la Naturaleza, la Poesía, la Ciencia y las Razas Exóticas.