Amparo Molina

Enfermera

 

 

Nacida en Madrid, el 8 de mayo 1932,  en un domingo de primavera.

A los tres años, es llevada a vivir a Escalonilla, un pueblo de la provincia de Toledo, eminentemente agrícola. Esta infancia campesina, debió señalar de alguna manea su posterior andadura vital. Su mirada se hizo profunda, como atisbando una remota lejanía, cruzando surcos de besana en la austera tierra castellana.

Desde los catorce, vive en Toledo, sintiéndose totalmente asimilada – “enamorada” dirá ella - , por esta ciudad sin tiempo.

Estudia Enfermería, una disciplina, mitad ciencia, mitad arte; según Florence Nightingale “la mas bella de las bellas artes”. Ejerce Puericultura, y otra fotografía suya, en la que sostiene hábilmente entre los brazos dos pequeñas gemelas, da la vuelta a España, como portada de una revista profesional. Este quehacer la conduce de nuevo al mundo rural, en donde contempla de cerca la dura vida del labriego, trabajando de sol a sol, sudoroso, fatigado, mal pagado, envejecido y encorvado prematuramente.

 

Desde entonces, decide encauzar su religiosidad cristiana – algo que, según ella, marcó y condicionó una buena parte de su vida – a la promoción, cultural, social, humana y trascendente, de los sufridos hombres y mujeres del campo castellano. Se siente totalmente vocacionada, asimismo, por su profesión de enfermera, que asume desde un punto de vista progresista y renovador, que la lleva a ocupar a lo largo del tiempo, diferentes responsabilidades dentro de la misma, siendo en la actualidad Coordinadora de los Centros de Salud del Area de Toledo.

 

Pero Amparo sabe que, como dijo Hipócrates “la vida es corta, el arte largo, la ocasión fugitiva, la experiencia falaz, el juicio dificultoso”.  

Y sus ojos, siguen mirando lejos, muy lejos, entre la espera y la esperanza, hacia el futuro de un mundo mejor.

 

                                                     Rafael Sancho de San Román